De los animales que votan
SIN LÍMITES
De los
animales que votan
Se trata de
las suricatas, los licaones, los babuinos y las abejas
Por Raúl
Torres Salmerón
Las
elecciones intermedias de México, que incluyen la renovación de la Cámara de
Diputados, además de 15 gubernaturas y más de 19 mil puestos se miran
complicadas. Lo mismo pasó con la reelección fallida del Presidente de Estados
Unidos, Donald Trump.
De acuerdo a
Elizabeth Preston, se preguntó en The New York Times: ¿Los seres humanos son
los únicos animales que hacen asambleas electorales? Tal vez podamos sacar
algunas lecciones políticas del reino animal.
La respuesta,
publicada en el año 2020, fue la
siguiente: Con certeza, no somos los únicos animales de la Tierra que votan. Ni
siquiera somos los únicos primates con elecciones primarias. Cualquier animal
que vive en grupo también tiene que tomar decisiones de grupo. Aunque no estén
de acuerdo con sus compañeros, los animales dependen unos de otros para
protegerse o para ayudarse a encontrar alimento.
Así que
tienen que encontrar formas de llegar a un consenso acerca de lo que debe hacer
el grupo, o dónde debería vivir. A pesar de que quizás no lleven a cabo
contiendas electorales, algunas especies que van desde los primates hasta los
insectos tienen formas asombrosamente democráticas de llegar a acuerdos.
COMUNICACIÓN
DE LAS SURICATAS
Al comenzar
el día, las suricatas emergen de sus madrigueras y se ponen a buscar alimento.
Cada una se procura su propio alimento, cava en la tierra para buscar bichos y
otros bocados, pero todas van de un lugar a otro en grupos sueltos y cada una
se mantiene a una distancia aproximada de 9 metros de sus compañeras, comenta
Marta Manser, científica del Comportamiento Animal de la Universidad de Zúrich,
en Suiza.
No obstante,
se desplazan como una sola unidad que vaga por el desierto mientras buscan y
comen. Se comunican entre sí mientras se desplazan. Uno de sus sonidos es un
suave maullido al que los investigadores llaman llamado para irse. Al parecer
significa: Ya me quiero ir de este pedazo de tierra, ¿Quién viene conmigo?
En un estudio
de 2010, Manser y sus colegas estudiaron estos llamados para irse en una decena
de grupos de suricatas que vivían en el desierto del Kalahari en Sudáfrica. Los
grupos tenían de seis a 19 integrantes. Pero los científicos descubrieron que
solo unos tres miembros del grupo tenían que maullar antes de que todo el grupo
decidiera seguir adelante. El grupo no cambiaba el rumbo, pero sí doblaba su
velocidad para llegar a mejores terrenos donde buscar alimento.
A este
fenómeno, cuando los animales cambian su comportamiento en respuesta a una masa
crítica de compañeros que están haciendo algo, los biólogos le denominan
respuesta de quórum. Manser cree que las respuestas de quórum también surgen en
la toma de decisiones de los seres humanos.
Si estamos en
un grupo y alguien dice: Vamos a comer una pizza y nadie lo sigue, no sucederá
nada, dijo. Pero si a la persona que desea la pizza se le unen un par de
amigos, su argumento se vuelve mucho más convincente.
LAS ABEJAS Y
EL ENJAMBRE
Es posible
que en la primavera veamos a un enjambre de abejas que cuelga de la rama de un
árbol como un peligroso racimo de uvas. Estos insectos están en medio de una
intensa decisión sobre dónde vivir.
Cuando una
colonia de abejas se divide en dos partes, la reina y miles de obreras vuelan
juntas alejándose de la colmena. El enjambre encuentra un lugar para descansar
durante algunas horas o días mientras que un centenar de exploradoras se
distribuyen para encontrar un nuevo hogar.
Cuando una
exploradora encuentra un agujero o un hueco prometedor, lo inspecciona a fondo.
Luego regresa al enjambre que aún está zumbando en la rama del árbol. Sobre el
enjambre, realiza una danza con oscilaciones repetitivas para describirles a
las demás abejas el sitio que encontró, sus características, su orientación y
la distancia a la que está.
Luego,
regresan otras exploradoras al enjambre y realizan sus propias danzas. Poco a
poco, unas exploradoras convencen a otras y cambian su coreografía para que la
danza coincida. Ya que todas las exploradoras están de acuerdo, el enjambre
vuela hacia su nuevo hogar.
En su libro
de 2010, La Democracia de las Abejas, Thomas D. Seeley, biólogo de la
Universidad de Cornell, escribe que nosotros podemos aprender de las abejas,
incluso en un grupo formado por sujetos amigables con intereses comunes, el
conflicto puede ser un elemento útil en un proceso de toma de decisiones.
LOS LICAONES
AFRICANOS
Al igual que
los perros de compañía, estos perros salvajes africanos pasan la mayor parte de
su tiempo socializando con gran entusiasmo y a veces holgazaneando por ahí. Los
miembros de una manada saltan y se saludan en unos rituales de mucha energía
llamados asambleas.
Después de
una asamblea, quizás los perros salgan juntos a iniciar una cacería o quizás
regresen a seguir descansando. En un estudio de 2017, los investigadores
descubrieron que, al parecer, la decisión de cazar o de quedarse se toma de una
manera democrática: Para votar en favor de salir a cazar, los perros
estornudan.
Cuantos más
estornudos haya habido durante una asamblea, es más probable que los perros
comiencen una cacería después. Si un perro dominante había dado inicio a una
asamblea, era más fácil convencer a la manada y solo tres estornudos podían ser
suficientes. Pero si un perro subordinado daba inicio a la asamblea, se
necesitaba un mínimo de 10 estornudos para que hubiera una cacería.
Los
investigadores señalan que, de hecho, los perros pueden emitir sus votos
mediante alguna otra señal oculta. Tal vez los estornudos ayuden a que los
animales se despejen la nariz y se preparen para olfatear a alguna presa. De
cualquier forma, los licaones terminan sus achús con una decisión con la que
todos están de acuerdo.
EL CASO DE
LOS BABUINOS
Los primates,
nuestros parientes más cercanos, les han proporcionado muchísimo material a los
investigadores que estudian la forma en que los grupos toman sus decisiones.
Los científicos han visto que los gibones siguen a las lideresas, que los
gorilas de montaña gruñen cuando están listos para trasladarse y que los
capuchinos se comunican por medio de gorjeos.
En ocasiones,
el proceso es más sutil. Tal vez el grupo se desplace como una unidad por el
entorno sin que los individuos digan nada acerca del lugar a donde les gustaría
ir después. Para averiguar cómo se manejan los babuinos de Anubis, los autores
de un artículo de 2015, les colocaron collares con GPS a 25 miembros de una
manada en Kenia.
Durante dos
semanas, monitorearon cada paso de los monos. Luego estudiaron los movimientos
de cada babuino en diversas combinaciones para ver quién atraía al grupo en
nuevas direcciones. La información mostró que cualquier babuino, hembra o
macho, dominante o subordinado, podía comenzar a alejarse de los demás como
queriendo llevarlos hacia una nueva ruta.
Cuando varios
babuinos se movían en la misma dirección, era más probable que otros los
siguieran. Cuando había algún desacuerdo y los babuinos que proponían la ruta
se movían en direcciones totalmente distintas, al final los demás seguían a la
mayoría.
Pero si dos
supuestos líderes estaban dirigiéndose en direcciones menores de 90 grados de
distancia entre sí, los seguidores acordaban seguir una ruta intermedia. Sin
importar lo que sucediera, todo el grupo terminaba junto.
Ariana
Strandburg-Peshkin, la investigadora del comportamiento animal de la Universidad
de Constanza, en Alemania, quien dirigió el estudio de los babuinos, señala que
a diferencia de lo que sucede en los grupos de seres humanos, entre los
babuinos ninguna autoridad cuenta los votos ni anuncia el resultado. El
resultado se da de manera natural.
Hasta aquí
los ejemplos del acuerdo y del voto de los animales. Las conclusiones de Elizabeth Preston son en
el sentido de que la misma forma sutil de llegar a un consenso también puede
ser parte de los procesos humanos de votación.
Por ejemplo,
en la antesala de las elecciones, podríamos influir sobre las decisiones de los
demás acerca de por quién votar antes de emitir un voto.
Usted ¿Qué opina, lector?
En fin, como
escribió Adelardo López de Ayala
(España, 1828-1879), en su poema A Sara:
Noé, segundo
Adán de los mortales,
de turba
irracional acompañado,
en el arca
famosa anduvo a nado
hasta que vio
pacíficas señales.
En la
ausencia, que es arca de mis males,
me encierran
tu rigor y desagrado,
de mil
remordimientos acosado,
que son los
más feroces animales.
raultorress@hotmail.com
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