*En primer lugar Donald Trump; AMLO está en la
lista Por Raúl Torres Salmerón Una pandemia catastrófica y una Presidencia
desastrosa se combinaron para darle a Estados Unidos la peor cifra de
fallecimientos en el mundo durante la crisis sanitaria. Los países y los
Presidentes con el peor manejo de la pandemia son además de EU, Nicaragua,
Brasil, México, Bielorrusia, Turkmenistán, Camboya, Argentina, Tanzania,
Venezuela y la India. Deborah Birx, Coordinadora del Grupo de Trabajo
sobre Covid-19 del ex Presidente estadounidense Donald Trump, admitió en la
cadena de noticias CNN que la mayoría de las muertes en EU podrían haberse
evitado. Pero hay otros que posiblemente manejaron la crisis
peor que Trump. La lista de gobernantes revela mucho sobre el estado actual de
la situación de la gobernanza mundial. He aquí, la lista de los malos
gobernantes respecto al manejo de la pandemia que escribió Frida Ghitis en el
diario The Washington Post en el mes de abril. El casi eterno Presidente de Nicaragua, Daniel
Ortega y su esposa, quienes reaccionaron a la noticia de la pandemia convocando
a la gente a la calle para que participaran en un desfile festivo al que
llamaron Amor en Tiempos del Covid-19. La irresponsable medida horrorizó tanto
a activistas de derechos humanos como a la comunidad científica. Jair Bolsonaro, Presidente de Brasil, en donde el
sistema de salud está al borde del colapso y la propagación descontrolada del
virus ha engendrado nuevas variantes que ahora amenazan a otros países en
dificultades, se hizo eco de las declaraciones de Trump sobre la
hidroxicloroquina y ha desperdiciado fondos de emergencia pandémica en el
inútil tratamiento. Ha despedido Ministros de Salud por no aceptar su negación
del Covid-19 y afirmó que la gente en Brasil podría ser inmune a la pequeña
gripe porque suelen nadar en aguas residuales y no les pasa nada. La pandemia sigue haciendo estragos por todo
Brasil, donde miles de personas mueren cada día, Bolsonaro recientemente les
dijo a los brasileños que dejaran de lloriquear por eso. Otro Presidente que se contagió del virus mientras
lo minimizaba, fue el mexicano Andrés Manuel López Obrador. Al principio,
aconsejó a los mexicanos que siguieran haciendo la vida normal. Incluso después
de infectarse, rechazó las peticiones para que utilizara un cubrebocas. Dice
que utilizará uno cuando la corrupción sea erradicada en México, una
perspectiva bastante lejana. Hace poco, las autoridades mexicanas publicaron de
manera discreta un informe que revela que el recuento real de muertes es 60 %
más alto que la cifra oficial, lo que coloca a México a la par con Brasil en el
segundo lugar mundial de cantidad de muertes por la pandemia, detrás de Estados
Unidos. La coincidencia es que el populismo parece ser una
comorbilidad en una pandemia, aumentando su cifra de muertes en el
proceso. Luego siguen los dictadores. Aleksandr Lukashenko
de Bielorrusia, quien describió la pandemia como una psicosis y recetó vodka y
saunas para prevenirla. Tiene meses con protestas masivas tras unas elecciones
controvertidas el verano pasado, ha bloqueado las medidas de sentido común para
frenar el virus en casi todo momento. Muchos bielorrusos han resistido a su enfoque
negligente y su dictadura. La ciudadanía ha practicado el distanciamiento
social, realizado campañas de financiamiento colectivo para comprar suministros
a los hospitales y al final, probablemente han ayudado a evitar que el virus y
la cifra de muertes en Bielorrusia se salieran de control. En Turkmenistán, otra dictadura postsoviética, el
gobierno ha bajado aún más la vara en la escala de la negación al prohibir el
uso de cubrebocas y cualquier discusión sobre la pandemia. Según informes, los
medios de comunicación y los materiales de información sanitaria tienen
prohibido el uso de la palabra coronavirus. Turkmenistán todavía asegura que no
ha tenido ningún caso de Covid-19, una afirmación que nadie le cree al
Presidente Gurbanguly Berdimuhamedow. En Camboya, el primer ministro Hun Sen ha ocupado
el poder desde 1985, negó la existencia del virus y le dio la
bienvenida a los pasajeros de cruceros que habían sido rechazados por otros
países por miedo a la pandemia. Gradualmente, su respuesta se convirtió en
represión, prohibiendo las críticas y arrestando a quienes se quejaran. Terminó
utilizando la emergencia para reforzar el control del régimen. En África, otro populista autoritario, el
presidente John Magufuli de Tanzania desestimó las conversaciones sobre una
emergencia global. Le dijo a la población que no se molestara en utilizar
cubrebocas y afirmó que tres días de oración erradicaban el virus en Tanzania.
Magufuli falleció en marzo de Covid-19. La columnista del Washington Post se disculpó por
no mencionar otros casos. Pero están presentes los casos de Argentina,
Venezuela e India. El Presidente argentino, Alberto Fernández, enfermó
a principios de abril de coronavirus y se informó que solo le provocó síntomas
menores. De 62 años, recibió la vacuna para el Covid-19 al inicio de año. Su
contagio se conoció poco antes de que se desatara una tremenda segunda ola de
la enfermedad en el país, que amenaza con generar estragos. Nicolás Maduro, Presidente de Venezuela destacó
hace más de un año que el virus de Wuhan era arma biológica de
guerra contra China porque habría que alzar la voz, llamar la atención y tocar
la campana. Anunció hace un año una supuesta cura del Covid-19, un
brebaje de hierbas de malojillo, sauco, limón y jengibre que curaría la
enfermedad. Maduro ha presumido otras terapias experimentales
sin evidencia científica como el Interferon alfa 2b desarrollado por Cuba, el
plasma de personas convalecientes, unas gotas homeopáticas cubanas, la
ozonoterapia y la medicina natural. En octubre de 2020 Maduro afirmó que científicos
venezolanos hallaron una molécula llamada DR-10, capaz de aniquilar al
coronavirus, sin presentar respaldos científicos. La última medicina que ha
promovido es el carvativir, conocido en Venezuela como las gotas milagrosas del
Doctor José Gregorio Hernández, un producto a base de tomillo que neutraliza
las células del virus. En la India, debido a los permisos del gobierno del
Primer Ministro Narendra Modi, para salir del confinamiento para asistir a
fiestas religiosas y celebrar elecciones, se desató una gigantesca ola del
Covid-19, con miles de muertos y millones de contagios. Aunque la fuerza de la pandemia ha disminuido un
poco en las grandes ciudades se extiende a zonas rurales. La India, llena de
pobres, con escasez de doctores y medicamentos, el coronavirus está causando
estragos, al obligar a muchos a abandonar a sus muertos en los ríos. De verdad da pena estar como país en los primeros
lugares más negativos. En fin,
como escribió Segundo Cernuda (España, 1886-1910) en Coplas de un
Periodista: La
libertad es un mito, como es un
mito el progreso. ¡Progreso
y libertad! Eso no vale
hoy en día un pito. Hasta la
patriotería de que
tanto alarde hacemos, sólo son
falsos extremos de cursi
pedantería. No hay
creencias, no hay principios, no hay
gobierno, no hay Estado, y... el
buen lector, fatigado, reniega de
tantos ripios*. *Palabras
superfluas. raultorress@hotmail.com
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