Redes sociales no sustituyen la técnica periodística: Carlos Puig
En una época donde las tendencias aseguran que el contenido es rey, el desarrollo periodístico debe revitalizarse a través de la técnica y el compromiso con la democracia.
Luego de que
las dos redes sociales más populares expulsaran de sus comunidades a un
presidente en funciones, el mundo atendió a la cita del debate sobre los nuevos
hábitos de comunicación y los límites que deben tener. Un modelo tan
aspiracional como factible lo ha desarrollado Wikipedia, donde todo el mundo
colabora al tiempo que existe un sistema que regula los contenidos.
En tiempos
actuales, donde la alta polarización social y política se conjugan con una
pandemia que agudiza todos los dolores del mundo, el periodismo juega un papel
central para la construcción de criticidades. Así reflexionó el Mtro. Mario
Patrón Sánchez, Rector de la IBERO Puebla, al tiempo que identificó el diálogo
público y el acceso a la información como pilares para el ejercicio democrático
de gobierno.
La percepción
colectiva es que existe una tendencia irreparable a la confrontación: los
fundamentalismos discrepantes y la incapacidad del diálogo presentan un
panorama de alta convulsión social. Para el periodista Carlos Puig, la
situación podría no ser tan grave.
Como explicó
en la Cátedra Magis correspondiente al Open House de la Universidad Jesuita, la
democracia implica la posibilidad de tener un debate constructivo; esa es la
labor que cumplen los poderes legislativos federal y locales, así como las
diferentes asociaciones vecinales y barriales. Antes del internet, esas
discusiones eran acompañadas por los medios informativos, donde todas las
posturas debían ser amplificadas.
En el caso
mexicano, si bien existían intereses económicos y políticos en juego, muchos
medios informativos ganaron su propia credibilidad con base en la técnica y la
ontología periodística. El crecimiento de la hiperconectividad digital,
contrario a lo que se esperaba, provocó un alto nivel de pasividad. Las
personas no participan en el debate: lo consumen.
Cuando
Facebook introdujo su newsfeed se configuró un sistema a través del cual la
empresa establece agenda con base en intereses económicos y publicitarios. El
registro de metadatos que cada usuario deja en su andar digital es
comercializado por empresas dedicadas a la venta de productos, servicios e
ideas.
Las
corporaciones de internet se presentan como “intermediarios no responsables”.
Mientras que las revistas y periódicos asumen la responsabilidad editorial de
lo que publican, las empresas digitales se deslindan de todo aquello que se
genere e intercambie por sus usuarios.
Esto da pie a
la masificación de contenidos que priorizan el tráfico por encima de la
información, los cuales oscilan entre el escándalo, la polarización, la
confrontación y la pornografía. El buen periodismo, sentenció Puig, es aquel
que ─contrario a la tendencia narcótica de la comunicación digital─ cuenta
aquello que la gente no quiere saber.
“La
desinformación se combate con información. Hoy en día los medios tradicionales
todavía importan porque invierten para tener la mejor información”: Carlos
Puig.
El columnista
de Milenio reconoció que el rigor periodístico ha sido rebasado por los
algoritmos. Uno de los epítomes del triunfo de la espectacularización sobre de
la razón fue la elección presidencial de Estados Unidos en 2016. Caso similar
es el de Félix Salgado Macedonio: gracias a la compra de datos, los usuarios
guerrerenses de redes sociales son expuestos a información amable sobre el
controvertido candidato.
Veinte años
después de la introducción formal del internet en la vida pública, las
reflexiones sobre estos fenómenos han llevado a debatir y legislar en torno a
las responsabilidades de las empresas. Tanto Europa como Estados Unidos han
comenzado a explorar nuevas y mejores formas de entender y utilizar los
algoritmos.
Por otro
lado, la coyuntura en materia de comunicación digital aterriza en México en
vísperas del proceso electoral más grande de la historia, donde el discurso del
partido en el poder se ve beneficiado por la polarización en estos espacios. Lo
cierto, advirtió Puig, es que la democracia no fue diseñada para darse desde la
comodidad del sofá, ineludiblemente demanda el encuentro interpersonal.
En sus observaciones finales, Carlos Puig aseguró que las universidades deben insistir en el periodismo profesional, el cual debe priorizar la técnica por encima de las plataformas de distribución. Sumó a las escuelas de derecho y sociología a la elaboración de políticas públicas que concilien los hábitos comunicacionales con la democracia.
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