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Marín y la realidad política


Retórica

Alberto Rocha Vázquez

Marín y la realidad política

No se trata de defender a un alcahuete de pederastas, ni de quien manda a torturar a una periodista para “darle un coscorrón”, sino de lo frágil y manipulable que es la ley para aplicarla según convenga a los intereses políticos y/o económicos.

La realidad política es que nada ha cambiado, el gatopardismo sigue vigente, se continúa utilizando la ley para amedrentar, como cortina de humo y de “garrote político”.

Si Mario Marín, ex gobernador de Puebla, fue culpable de todos los delitos que se le imputan ¿por qué no lo encerraron en su momento? Lo exoneraron y todos sabemos que fue por los acuerdos cupulares, ya que como todo buen político, el padrinote del “gober precioso” metió las manos para que no pisara la cárcel; a cambio de ceder el poder en Puebla.

Y ahora que saca la cara, creyendo que sus culpas expiaron, le arman una nueva orden de aprehensión, solo para el susto, para jalarle la rienda y para voltear al electorado a ver al protector de pederastas y no ver al recién denunciado por un Senador –suplente, claro- que en caso de estar difamando al ahora inculpado por lavado de dinero tendría que ser denunciado también, ¿o no?

En resumen, pareciera que todo el show fue con el objetivo principal de dejar atrás la denuncia contra el candidato a la gubernatura poblana de Juntos Haremos Historia, Miguel Barbosa Huerta.

Todo sigue igual, solo que ahora con mayor descaro y con una nueva modalidad, pues ahora los más corruptos se arrojan al piso y se victimizan, se dicen inocentes y de sufrir persecuciones.

Cuando creíamos que no podía haber nadie peor que Marín y Moreno Valle, sale Barbosa Huerta, manipulando a la opinión pública para gobernar por un tiempo que puede ser mínimo, protegiendo a una horda de ex funcionarios que están a sus pies, al igual que muchos alcaldes emanados de su partido, todos con serios señalamientos y obvios resultados negativos.

Y ante toda esta realidad, los poblanos parecen no comprender que si dejamos que ese grupo se adueñe del estado, pronto no habrá quien pueda defender las verdaderas causas sociales.

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