Deuda externa: Así empezó México su desventura con los préstamos en el exterior
¿Cómo empezó la deuda externa de México?
Habría que remontarnos hacia los primeros años del país como una nación independiente, y qué mejor que este año 2021, cuando se cumplen 200 años de la consumación de la Independencia, para recordarlo.
Deuda
externa. Estas dos palabras tienen gran resonancia en la memoria colectiva de
México porque, automáticamente, representan un signo de crisis económica y
financiera. Particularmente en la década de los ochenta y noventa, la deuda externa
se volvió un dolor de cabeza para el país y sus finanzas públicas a causa de
los grandes préstamos que contraían los gobiernos y que, supuestamente, serían
pagados con la renta petrolera, pero las caídas de los precios del crudo y las
devaluaciones volvieron las deudas exteriores en una pesadilla.
¿Qué es la
deuda externa?
En su
definición más amplia, la deuda externa es el conjunto de obligaciones que
tiene un país (tanto del sector público como el privado) con respecto a otros
países o instituciones del exterior. La deuda pública (gobierno) y la privada
(empresas y familias) puede considerarse deuda externa.
Además de que
la deuda es contraída con un gobierno o agente extranjero, su característica
principal es que el préstamo o emisión de deuda se contrae en la moneda
extranjera, lo que lo hace más volátil para quien la contrata pues, si la
moneda local se devalúa, la deuda a pagar se hace más grande
Afortunadamente,
hoy la deuda externa en México no es sinónimo de crisis, mientras esta se
encuentre en un nivel manejable. A mayo de 2021, la deuda externa neta del
sector público ascendía a 224 mil 191 millones de dólares (mdd), de acuerdo con
datos de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP).
¿Qué tan
grande es la deuda externa actual? Comparada con el PIB de México en 2020 (con
todo y la caída por la crisis detonada por la pandemia), es de un 20.8%. Mientras
que el Saldo Histórico de los Requerimientos Financieros del Sector Público (la
medida más amplia de deuda) es del 51% del PIB de México, según estadísticas de
SHCP.
Y a todo
esto, ¿Cómo empezó la deuda externa de México? Habría que remontarnos hacia los
primeros años del país como una nación independiente, y qué mejor que este año
2021, cuando se cumplen 200 años de la consumación de la Independencia, para
recordarlo.
Un nuevo país
sin dinero
Después de 11
años de lucha armada, México nació como un país independiente, pero con la
producción detenida, sin arcas en el erario y con un caos administrativo. La
parálisis productiva “…cegó todas las fuentes de la riqueza pública y auxilios
del erario, los que le fueron dejando de acudir con asombrosa rapidez hasta
llegar a darle escasas gotas”, escribió en sus memorias Antonio de Medina y
Miranda, secretario de Hacienda entre julio de 1821 al 1 de abril de 1823.
En 1823,
Lucas Alamán, entonces secretario de Relaciones Exteriores, propuso que México
buscara recursos en el extranjero, lo cual, aseguró, tendría dos beneficios:
Obtener dinero para aliviar las finanzas públicas del país y que, se
reconociera en el exterior al país como una nación independiente.
Por lo tanto,
Alamán se dio a la tarea de convencer a la burguesía inglesa de invertir en la
alguna vez opulenta industria minera de la anterior Nueva España, ahora México.
“Fijó las bases de la penetración del capital extranjero en México”, escribió
Óscar Alatriste, historiador especializado en la economía de México, en el
artículo “El capitalismo británico en los inicios del México independiente”.
Condiciones
desventajosas
Después de
las guerras napoleónicas, Inglaterra se convirtió en el prestamista del mundo.
“En la generación que siguió a Waterloo, los hombres acaudalados ingleses
empezaron a interesarse por primera vez en prestar dinero a gobiernos y
comerciantes extranjeros”, indica Alatriste en su artículo, y la independencia
de las colonias españolas se les presentaba como una oportunidad para invertir.
En 1825,
México y el Reino de Gran Bretaña e Irlanda firmaron un tratado de comercio,
navegación y amistad, por lo que los hombres de negocios ya podían hacer tratos
con la joven nación independiente, pero desde un año antes ya se negociaba el
financiamiento para el gobierno mexicano.
Eric
Toussaint, historiador y portavoz de la red internacional del Comité para la
abolición de las deudas ilegítimas, publicó en marzo de 2017 un artículo sobre
los primeros préstamos del Reino Unido a México. En febrero de 1824, México
emitió bonos en Londres a través del intermediario del banco Goldsmith and
Company.
“Las condiciones fueron duras en el sentido de que le dieron a Goldsmith ventajas abusivas. Mientras que México emitió deuda por el equivalente a 16 millones de pesos mexicanos (3.2 millones de libras esterlinas), el país en realidad recibió solo 5.7 millones de pesos o aproximadamente, 1.14 millones de libras, apenas el 35% de la cantidad prestada.”
En 1825,
México tomó prestada la misma cantidad (16 millones de pesos o 3.2 millones de
libras) de otra firma financiera, Barclay and Company, y de hecho recibió 6.5
millones de pesos (1.3 millones de libras). A lo largo de 30 años, México se
comprometió a devolver 44.8 millones de pesos (16 millones de pesos en capital
más 28.8 millones de pesos en intereses, ya que la tasa se fijó en 6%).
En otras
palabras “por cada peso prestado, México se comprometía a devolver siete”,
señala Toussaint sobre los préstamos en condiciones abusivas para el país.
Y, como si no
hubiera sido suficiente con los altísimos intereses y condiciones desventajosas
del acuerdo, “Goldsmith especuló con los bonos mexicanos: mientras que el banco
los había comprado a México al 50% de su valor nominal, vendió una gran
cantidad a terceros al 58% de su valor. Más tarde, a principios de 1825, cuando
la euforia del mercado estaba en su apogeo, la firma los vendía al 83% de su
valor nominal. Sin embargo, la empresa Goldsmith quebró en Londres en febrero
de 1826, y Barclay cayó en agosto de 1826. En estas quiebras, México fue una
víctima solamente de la ambición de los prestamistas”, afirma Toussaint.
“México
suspendió el pago de su deuda externa (los préstamos Goldsmith y Barclay en
octubre de 1827) y su gobierno intentó hacer uso de la deuda interna acordando,
en 1828, tasas de interés extremadamente altas para las clases dominantes
locales, que eran muy exigentes.”
Ya hace casi dos siglos de esas ruinosas operaciones financieras para México, una nación independiente joven que tuvo una desventura con la deuda externa. Hoy las condiciones son muy diferentes, pero vale la pena recordar para no repetir de nuevo.
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